EL PROBLEMA DE COLOMBIA CON GUSTAVO PETRO


Estamos a poco menos de tres días para las elecciones más trascendentales de la historia de Colombia, sobre todo si se tiene en cuenta el desastre de gobierno del títere y subpresidente Iván Duque, de quien, en lo personal, no quiero volver a saber en mi vida. Sin embargo, como en Colombia estamos, y como parece que en este platanal el entendimiento y la memoria son elementos que nos quedan jodidamente grandes, me permitiré hablar de por qué una parte de nuestro querido pedazo de tierra odia y teme a Gustavo Petro. Y lo haré a partir de tres postulados: Su pasado como guerrillero, sus políticas e ideas progresistas, y su lucha contra la corrupción. Bueno, antes, debo aclarar que, ni soy petrista, ni considero un Mesías a Petro. Simplemente considero que, en el beneficio de la verdad, debe cambiarse una narrativa que atenta contra sus ideas y su propuesta política, basadas en argumentos de falacias
ad hominem y posverdad.

El primer problema de Colombia con Petro es su militancia en el M-19 (sí, la misma guerrilla que robó la espada de Bolívar y se tomó el Palacio de Justicia, eso lo sabemos todos), lo cual para nadie es un secreto. lo que le ha ganado tener que aguantarse términos como “guerrillero”, “terrorista” y “asesino”, -entre otros que no recuerdo-. Pero acá hay tres mentiras que la gente desconoce, o quiere desconocer, y toca recordarlas. La primera es que, si bien el M-19 era un grupo que seguía la famosa “guerra de guerrillas” (como tantos grupos de Sudamérica, y concretamente las FARC y el ELN), el grupo tenía más orientaciones políticas que terroristas, y que muchos de sus actos eran manifestaciones de tipo político y no delincuencial, como sucede con las otras guerrillas y las autodefensas; la segunda es que, si bien Petro se declaró militante activo de esta guerrilla, no participó ni de su fundación (porque tenía entre 11 y 13 años cuando se fundó), nunca participó de ningún operativo militar de este grupo (cuando ocurrió el robo de la espada de Bolívar tenía 14 años y aún no era militante, en el suceso del robo de armas al cantón norte estaba en Zipaquirá, y cuando sucedió la toma del Palacio de Justicia estaba detenido en la Brigada XIII del Ejército por conspiración), y solamente era un propagador de las ideas socialdemócratas (que, por cierto, nada tienen que ver, ni con el marxismo, ni con el comunismo, pero no voy a explicar en qué consiste la socialdemocracia), mismas ideas que, posteriormente, fueron adheridas a la Constitución Política de 1991. Sí, la misma que nos rige en la actualidad.


El segundo gran problema de Colombia con Petro son sus políticas e ideas progresistas. Como candidato, ha propuesto medidas encaminadas a reducir la brecha socioeconómica que, durante tantos años, ha existido en el país, siendo la principal medida acabar con los latifundios (o grandes extensiones de tierra propiedad de una sola persona que puede disponer de ella a su antojo, así la haga improductiva), el aumento de carga tributaria para quienes tienen grandes capitales e ingresos de dinero, la búsqueda y desarrollo de alternativas económicas a la exploración de hidrocarburos y el desarrollo del arte y la cultura. Dado que, históricamente, se ha tergiversado el discurso económico de la propiedad privada y la acumulación de capital como formas de libertad, no es extraño que esos mismos grupos de poderosos que han dominado el país durante dos siglos, sean quienes propagan la narrativa del Petro “castrochavista”, “expropiador”, “comunista” y demás cosas que le inventan, lo cual ha sido reforzado por el discurso religioso que, históricamente, ha desacreditado cualquier doctrina social, política y económica contraria a la acumulación de capital (olvidando las enseñanzas de Jesucristo en contra de las riquezas), así como también el histórico rechazo que existe, de parte de los grupos cristianos, hacia el comunismo y las ideologías progresistas, basadas en sus enseñanzas anacrónicas y su doble moral retorcida.


Por último, el tercer problema de Colombia contra Gustavo Petro es su lucha contra la corrupción. Petro ha denunciado grandes escándalos como la parapolítica, el carrusel de la contratación (donde se vieron involucrados militantes de su partido, el Polo Democrático), el desarrollo de las Convivir fundadas por Álvaro Uribe como gobernador de Antioquia, los nexos de diversos políticos con narcotraficantes, y las chuzadas del extinto DAS a diversos personajes públicos del país, entre otros. No vamos a decir que Petro sea un santo o que no tenga ningún tipo de escándalos en su contra, pero ha sido uno de los pocos políticos que se ha ido de frente contra las familias tradicionales y que también han estado involucradas en escándalos de corrupción y vínculo con grupos o personas al margen de la Ley. y, pues algo que debe reconocerse a Petro es que, a pesar de las denuncias y escándalos en los que lo han querido involucrar, no hay ningún proceso penal ni disciplinario que haya sido fallado en su contra, o alguna investigación que haya prosperado, incluso con serias persecuciones jurídicas de las instituciones estatales. Algo que, desde luego, ha molestado a sus opositores, quienes lo han contraatacado con las acusaciones de “guerrillero” y “terrorista”.


Como se vio, no puede considerarse que Gustavo Petro sea un santo, o un tipo perfecto, o un tipo que no cometa errores, o que sea un tipo blanco del todo. Pero sí puede decirse que, en este momento, sus ideas son las más cercanas y acertadas para lograr el verdadero cambio del país. Y, como decíamos alguna vez con algún amigo, tal vez no es el presidente que Colombia desea, pero sí el que necesita, en aras de lograr un futuro mejor.


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